martes, 6 de agosto de 2013

Editar, Editar, Editar

En el PCdV ha habido en las últimas semanas dos presentaciones editoriales. Tenemos una pequeña política de presentaciones de iniciativas en este terreno. De hecho, un punto altamente significativo estuvo marcado por la presentación del libro de Juan Luis Martínez, El poeta anónimo. Esta presentación, dicho sea de paso, estuvo precedida del montaje de la exposición Aproximación del Principio de Incertidumbre a un Proyecto Poético, que ya había sido montada en la galería D21 de Santiago. Su reposición en Valparaíso fue hecha coincidir de manera aproximativa con el montaje de la muestra de Ciudad Abierta.

Entre ambos proyectos había un elemento común; a saber, que ambas obras habían estado presente en la XXXª  Bienal de Sao Paulo. Valparaíso, presente, en la Bienal. No hay que desmerecer esta situación, por más que los discursos de algunos agentes locales califiquen, con la acostumbrada ingenuidad y torpeza analítica que los caracteriza, demonicen las bienales a las que no son invitados.  Resulta banal criticar el modelo sin operar desde un conocimiento  interior,  sin darse siquiera a la tarea  de instalar transgresiones que hagan avanzar razonablemente las cosas.

Ahora bien: este montaje dio pie a la presentación de la edición de El poeta anónimo. Resulta chocante  que este gesto editorial haya sido realizado por una editorial brasilera especialista en arte contemporáneo y no por una editorial chilena especializada para la promoción y gestión de las letras internas.  y que ningún crítico literario haya asumido su comentario, salvo las excepciones que mencionaremos, Y luego, nos permitido editar en formato digital un cuadernillo que lleva el título Aproximaciones del Principio de Incertidumbre… y que contiene los textos de Hugo Ribera Scott, Felipe Cussen, Luis Pérez Oramas y Pedro Pablo  Guerrero. Esta es, entonces, una grane edición que ha sido producida en Valparaíso, bajo nuestro sello, y que está destinada al conocimiento y estudio de un poeta que ha sido decisivo en lo que hemos denominado densidad local.

Las presentaciones de libros en el PCdV poseen, por lo tanto, un principio articulador que consiste en poner en evidencia todos los esfuerzos de editorialización de las diversas escenas locales, en la actual coyuntura artística e intelectual de la ciudad. En el sentido, por ejemplo, que Juan Luis Martinez habilita un cruce entre poesía, visualidad, objetualidad e historización de lecturas que definen el carácter de un momento particularmente decisivo para la producción de nuestra propia línea programática.

Un segundo hecho significativo en esta serie de presentaciones ha sido la del libro de Lucy Oporto, Arqueología del alma, publicado por la editorial de la Universidad de Santiago. Lo que importa relevar en este caso es que se trata de una escritora independiente que reside en Valparaíso, que no ejerce docencia alguna y cuyo trabajo es recogido por una editorial universitaria prestigiosa. Esto constituye desde ya un atributo extraordinario porque ratifica el efecto constructivo de la obra. Siendo este libro, un gran ensayo sobre Jung, lo que importa es la textualidad que invierte Lucy Oporto para introducirnos en las categorías junguianas, a través de una escritura que no trepida en formular la pregnancia analítica de ejemplos locales sobre el costo  que tiene el trabajo de acceder a la consciencia, en el marco de una cultura del adelgazamiento simbólico. Estos ejemplos, para avanzar, son Violeta Parra y José del Carmen Valenzuela Torres. Sin embargo, no son casos que sean expuestos en el libro, sino planteados en las presentaciones a que éste ha dado lugar, ya sea en la Feria del Libro de Santiago como en el PCdV.  Se trata de  textos leídos por la propia Lucy Oporto en ambas presentaciones. De modo que la secuencia de presentaciones  deviene un formato de instalación del discurso de posteridad del libro.

Un tercer hecho que incide en la puesta en escena de la editorialidad  sustituta en Valparaíso tuvo lugar el viernes 2 de agosto,  en que presentamos la experiencia de  Ediciones Perro de Puerto. El objeto de este encuentro fue discutir sobre la necesidad de montar un soporte editorial para la producción literaria acumulada en la provincia y que se ha levantado contra la razón metropolitana.  Sin embargo, dicho levantamiento no se traduce en la invención de soportes que recojan la tradición de los formatos de auto-edición, que en los años sesenta, a lo menos, tenían la delicadeza material de asumir los efectos de la linotipia. Por ejemplo, nadie valora hoy día la exactitud material de los libros editados por Andrés Sabella, en Antofagasta.

Asumir la razón textual de la provincia no tiene por qué promover la secuela de actos fallidos editoriales que conducen al naufragio de las formas. Y son fallidos  porque no  consideran la  especificidad material de la historia de la tecnología  de la impresión. Esto no implica de mi parte desautorización del gesto, sino poner a debatir la rentabilidad conceptual y la precisión política implícita en los formatos y los soportes. En términos estrictos, hay que abordar esta editorialidad desde las condiciones de autonomía de una PYME que requiere de un mínimo de inversión de recursos. No es posible, en este sentido,  desestimar el estudio de los objetos producidos por Nascimento en períodos anteriores. No es posible hacer caso omiso de las condiciones mínimas para levantar la capacidad editora que enfrente a la razón metropolitana, pero con herramientas y con armas a la altura del desafío.

En relación a lo anterior, los tabloides editados por Perro de Puerto sobre el comercio ambulante, y que son piezas gráficas que satisfacen la parodia del formato de Le-Monde-Diplomatique,  exponen la fascinación de quienes no desean ir más allá del modelo de negocios comprometido. Lo cual expone el deseo de montar una editorialidad de feria libre, que pone en un mismo nivel los objetos de grifería con piezas de una narratividad consecuente. Esto privilegia una poesía de plomero y erige como referente narrativo la disposición descriptiva del bricolage.  


En la metáfora, la feria libre remite a la experimentalidad decimonónica de Emile  Zola en El vientre de París. Pero en términos de la realidad editorial, no presenta la menor  utilidad para combatir la razón textual metropolitana. Es preciso montar una economía política  del soporte editorial, que contemple el análisis de factibilidad de tecnologías discontinuas que, a su vez, comprometan recursos de inversión adecuados a la magnitud de la tarea; la que debe dar pie a la constitución de una industriosidad local mínima  desde la movilidad de una literatura de frontera dispuesta a sostener el peso de una productividad textual determinada.

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