En
Escenografía de un cuadro olvidé a
sabiendas un elemento crucial en el análisis de a puertecita que se ubica en la
zona inferior derecha. Mencioné el rol de los umbrales y de las zonas de paso,
pero no quise todavía insistir en el hecho de que la forma del artista se
localizaba, justamente, en esa zona. Es decir, que la puertecita es la
verdadera firma del autor, que resuelve fabricar un hueco para entrar al PCdV
por la puerta chica.
Imaginen
ustedes todo lo que se puede asociar mediante el uso de esta frase: “ingresó al
PCdV por el chico”. Literalmente, fue un acto de violación anal,
del cual su autor hace ostentación. En sentido estricto, la imposición de esta exposición fue un acto
de violación simbólica que no tiene precedentes. !Pongan atención a todo lo que
se puede leer en los detalles de una pintura!
No
cabe duda que la fabricación del hueco supuso concebir la exposición como una
extensión de un encuentro sobre género. O bien, el encuentro sobre género y
política fue la hipótesis para la fabricación del hueco. La política palaciega
hizo del género una excusa para que un artista ilustrara la dimensión de su
impostura.
Podríamos
haber pensado que una cierta teoría del género era un hueco en la política;
pero eso hubiese sido demasiado esperar.
No les dio a los organizadores para alcanzar semejante propósito. La excusa
estaba tan mal fundada que el encuentro significó un gran desencuentro, con la venida especial
de una ministra de Estado a participar en una sesión que no tuvo lugar.
Lo
que sorprende es la facilidad con que la
Producción del “paquete expositivo” logra comprometer a servicios del Estado y
a organismos de acreditación de iniciativas de innovación de la gestión
cultural para montar un fraude. !Por
favor! Explíquenme en que, esta exposición es un ejemplo de innovación? ¿Acaso
la innovación está en la producción de superchería de la gestión?
Habría
que pedir cuentas a dichas entidades sobre su falta de prolijidad, que los hace garantes de una operación de comunicaciones,
en provecho de la promoción de un artista que goza del reconocimiento de una
clase política local que a través de su gesto expone la magnitud de su propia
ignorancia, en cuestiones (graves) de arte contemporáneo, dando “una señal muy
potente” -como suele decir- acerca de cómo vendrán las cosas en el PCdV.
¿Querrá
decir que “la señal potente” está asociada directamente a la práctica de
“entrar por la puerta chica”? ¿Acaso esta política cultural es deudora simbólica de un modelo de sodomízación implícito? En el catálogo de una
exposición sobre políticas de la
diferencia me he referido a este modelo como significante de la relación
política. De hecho, mi hipótesis consiste en que el modelo de las relaciones
políticas está sobredeterminado por el fantasma de la sodomía. De hecho, es
usual escuchar que para a ir a hablar con tales o cuáles hay que ponerse
“calzones de lata”.
La
“puerta chica” en el cuadro de referencia representa el lugar de mayor fragilidad del discurso
político, que es por donde “lo hacen
hablar a uno” mientras escucha los “cantos de (la) sirena”.
Sr. Mellado, una pregunta: ¿cuáles cree que serían los efectos analíticos al ver en la pintura en cuestión en vez de al fantasma de Allende una remisión a Usted? No quisiera estar de acuerdo que fuese entonces de una consistencia tipo "flatus vocis", pero es que al lado de la cerda, el olor a pescado y la puerta anal, ese espectro parece más bien un peo atravesado.
ResponderEliminarGracias por sus análisis. Que no se comenten siempre no significa que no se le lea.