sábado, 14 de mayo de 2016

LA SITUACIÓN LOCAL COMO FICCIÓN CONCRETA


En una de las fuertes lluvias del 2014, en que Valparaíso y Viña quedaron aisladas del país, debido a cortes en La Pólvora, Santos Ossa, Salinas, Las Palmas, en las transmisiones de  Radio Bio-Bío desde los diferentes frentes apareció la voz de Omar Jara, como un  personaje extraño  que hablaba de cosas concretas en tono razonable, sin eludir las preguntas más complejas, dando la cara con una modestia difícil de encontrar en un funcionario acostumbrado a pensar en la pregunta “¿cómo voy ahí?”. 

Frente a la indolencia  del Intendente Bravo y la expresión de su ineptitud política, el gobernador Jara pasó a colmar un vacío, asentado en su experiencia de hombre de terreno, como decía, respondiendo lo justo, atinadamente, con mesura. ¡Que alivio encontrar a un tipo que hablaba de ese  modo! No era necesario estar de acuerdo, pero se ganaba un respeto.

Es así como en La Radio le comenzaron a dar tribuna, sobre diversos aspectos de la conducción comunal, como lo fue el difícil momento del partido entre Wanders y Colo-Colo, por todos conocido.  Pensé, desde  el 2014 que éste sería un buen candidato a alcalde y que “por los palos” le iba a levantar la nominación a Bravo, que con la nominación de un “delegado presidencial” quedó como un impresentable que demoró demasiado en salir de la Intendencia, acompñado de otros secuaces de semejante impresentabilidad  que habían venido a “acompañarlo” desde Quilpué.  (A propósito: ¿qué será de ellos? No les resultó su estrategia de desembarco en las playas porteñas). 





Ahora bien. La defenestración de Bravo sepultó las ensoñaciones del Hijo Referencial como caudillo local, cuya lucidez se hizo patente al levantar un candidato  que al parecer se quemó en la puerta del horno.  De este modo, los “barones” de la  post-pinto-democracia supieron que podrían apostar por la figura de este “niño” Jara, porque en esa trama de poderes arcaicos, aunque Jara tenga más de cincuenta, siempre seguirá siendo tratado como un “niño”.  Lo cual habla de las extensiones simbólicas  que habilita el lenguaje de la política.  Pero el “niño” habla en la radio; no escribe en El Mercurio. La radio es escuchada en los cerros. El Mercurio  solo es leído en los escritorios de los que opinan sobre Valparaíso, pero que no tienen su inscripción electoral en Valparaíso.

Había que esperar la caída del halcón peregrino de la política local para hacer efectiva la segunda victoria del post-pintismo-democrático-re-adecuado.  La primera  victoria había consistido en el derrumbe de la candidatura de Paulina Quintana, que (se) perdió (en) las primarias por no haber puesto atención en todos los detalles.  Pinto sería el candidato en contra de su gerente-general, para salvar la unidad de su negocio.

Ahora la victoria es doble, porque esta vez fue la propia “realidad”  la que reveló la incompetencia del sector socialista de Bravo, acarreando consigo el resbalón total de la tienda de la subida Almirante Montt. El Hijo-del-Padre, en su euforia de preferido malcriado, anunció por la prensa al vencedor de unas primarias anticipadas que se inventó desde fuera de la norma para incidir sobre lo Normado, como es su costumbre.

En términos estrictos, esta es una nueva paliza que el post-pintismo-democrático le propina a los  esforzados militantes socialistas.  Los menos esforzados ya habían sucumbidos. Y el candidato  que fungía como amenaza  desde la elección pasada, ya había sido arrendado  gracias a los recursos ampliados de Cultura. En este panorama,  ni el corresponsal de la prensa mexicana (Marín), ni el Comandante Yuri, ni el Saltimbanqui Mayor de Tambores tienen algo que hacer. Ya  les pasó la hora de la extorsión circense.  Todo indica que quienes llaman a “recuperar lo perdido”, también tienen un precio.  Solo que  ahora ya nadie está dispuesto a pagar esa cuenta. 

Lo anterior es el principal aporte del llamado Pacto  de  La Matriz.  Es decir,  han logrado que la separación de aguas entre los profesionales de la alternativa y los empleados de la extorsión sea cada vez más decisiva. Los primeros, al fin y al cabo, tienen un prestigio laboral que cuidar.  Los segundos apenas  han aprendido a cumplir con las rendiciones de fondos. 

Los de La Matriz son el único grupo que puede inquietar a los post-pinto-demócratas,  porque configuran un conglomerado heteróclito de comportamiento imprevisible, aunque piensen que lo único que pueden hacer es crecer, mientras los “otros” luchen por no descender.   Distribuidos entre  concertacionistas  desencantados que requieren hacer el camino rápido por fuera y profesionales forzados a invertir un tiempo en  la política para sostener en pie la ficción de una cierta autonomía política,  carecen de virtudes negociadoras, porque su propósito no es negociar, sino que les sea reconocida una cuota. Ahora, todo gira en torno a quien representará mejor la cuota.  



Lo propio con los grupos que se autorizan la representación de  (una) Utopía extra-partidaria es terminar como carne de cañón, en una refriega en la que los viejos maquineros desencantados  puedan resistir los primeros tiros, que serán absorbidos –necesariamente- por  quienes se verán obligados a poner el cuerpo por delante.   En el rango de los primeros habría que situar a John Parada, mientras que el lugar de la derrota heroica estará reservado para  la caballería polaca de Daniel Morales.  Entre ambos,  quedarán esparcidas por la plaza Echaurren  las esperanzas truncadas de otra Ilusión Movimientista.     




No hay comentarios:

Publicar un comentario