domingo, 31 de julio de 2016

RESPUESTA FILIAL, A PROPÓSITO DE LA COLUMNA DE MARCELO MELLADO “EL SKODA DE NUESTRO PADRE” (THE CLINIC, 19 DE JULIO DEL 2016).


Hermanito,

en la construcción del archivo de nuestra orfandad, sin duda, la memoria de la Skoda ocupa un lugar relevante. No tenemos fotografías de la infancia.  Lo cual me hace pensar en lo que decía nuestro querido  Carlos (Leppe):  no tenemos album.

En la familia no había camara fotográfica. Solo tenían una los arquitectos comunistas que venían a la casa y ellos nos sacaron las pocas fotos que tuvimos de nuestra infancia penquista.  Tiene que haber habido una relación  modernista entre comunismo y arquitectura, en esos años. Tengo la impresión de que ellos eran los primeros “intelectuales” que conocí.

De la Skoda, no hay fotos. He podido recuperar algunas  en internet, buscando el modelo de 1956. De modo que es dable reconstruir la traza de ese comercio de automóviles de proveniencia de la Europa del Este. La estética y esa mecánica era la que correspondía al momento ascendente de la familia, dentro de un espíritu social-cristiano totalmente pulcro y movimientista.

Nuestro padre siempre habló con decepción de la transformación del movimiento en partido.  Se refería al PDC y al ostracismo sufrido después de la visita de los grandes oradores santiaguinos enviados a Concepción para aniquilar a los falangistas  reticentes.  Nos lo volvió a repetir cuando el Mapu reprodujo el gesto análogo para adquirir el estatuto de “partido proletario”.  Algunos, hoy, reproducen una pulsión semejante en RD. La historia se repite, como tragedia, como farsa.

El problema con el Skoda es que contenía una historia cubana por anticipación. Y esto te señala hasta qué punto la familia ha  recibido ya desde esa fecha el efecto del fantasma  de Cuba. 

Imagina los primeros días año 1959. Suena el teléfono en el departamento en que vivíamos en Carrera con Pelantaro. Nuestra madre atiende y habla con una de sus amigas. ¿Angelita Fauré? ¿Betty Fischman? Eran arquitectas, casadas con arquitectos. Nuestro padre  les  dibujaba  los proyectos eléctricos.  Desde ahí proviene mi facilidad para el dibujo técnico.  Una cierta fascinación por la costra de la tinta china sobre el papel vegetal (sueco). 

Entonces, escucho que  hablan animadamente sobre una gran noticia. Luego, nuestra madre corta el teléfono y se dirige a mi, haciéndome partícipe de lo que le acababan de comunicar: “Justito –me dice- Fidel entró en  La Habana”.  Esa era la gran noticia.  Yo era chico, pero supe que esa noticia iría a cambiar el destino de nuestras vidas.

Es decir: era una noticia pública que  intervenía el espacio privado de unas redes de amistad, afectiva y política.  Entonces, ya teníamos esa Skoda. Y la teníamos para cuando fue el terremoto del 21 de mayo de 1960. Una semana después de la gran marcha minera desde Lota a Concepción, en medio de una gran huelga que, por  niños que fuéramos, ya estábamos informados y sabíamos lo que eso significaba. Ciertamente, porque como nuestra madre nos dejaba  a veces al cuidado de sus amigas, entonces pasaba algunas tardes en la casa de  los Gutiérrez-Fischman.  Ahí fue que escuché de boca de Maco Gutiérrez, por vez primera, el nombre de un señor que se llamaba Clotario Blest y de una entidad que designaba como “clase obrera”. Poco tiempo después viajaron a Cuba y trabajaron durante casi una década como arquitectos.  



El resto de la historia ya lo sabes.  Regresaron en los setenta y  los fuimos a ver a su casa, con unos compañeros de curso de segundo año.  Tenía que encontrar al que había pronunciado esas palabras: “clase obrera”.  Aunque a decir verdad, nuestro padre, que había tenido un pasado en la juventud obrera católica,  ya había introducido la palabra en el tráfico lenguajero familiar.  Solo que Maco  -ciencia externa- le imprimía una temperatura diferente a las  palabras. Lo lamento. Era el efecto de la Fragua de  Vulcano. Nuestro padre estaba con Kerensky.

En los años de la Skoda, en Valparaíso funcionaba la enseñanza política de Sergio Vuskovic y Osvaldo Fernández. ¿Te imaginas lo que eso significa? Lo que pasa es que nuestra familia emigró a Santiago  a fines de  1963 y esa es otra historia.  Ahí, ya teníamos el pequeño camión Opel de nariz chata, donde cupieron todas nuestras pertenencias.

Bueno. Las historias familiares tienen su historia traumática de migraciones. Porque toda migración es una violencia. En ese sentido entiendo tu fascinación por las historias de pueblos abandonados como una ficción literaria que nombra las perturbaciones del territorio.

Me adelanto. No hay territorio más perturbado que el referido por el Pacto La Matriz, que de hecho, asume como activo patrimonial el efecto de “una migración al interior de una migración”,  pero que no solo se refiere a lo territorial, sino sobre todo a los desplazamientos políticos  que buscan  una reparación (imposible)  ante tanta violencia ejercida por las élites partidarias.  

Sin duda, el nombre no fue el más acertado. He leído las declaraciones del cura en El Mercurio de Valparaíuso y sus observaciones me parecen totalmente atendibles. Sin embargo, no entiendo por qué, en virtud de un imperativo “fundacional”,  se apropian de dicho nombre para iniciar desde allí la “reconquista” del Municipio.   ¿Cómo no darse cuenta que la denominación resulta restrictiva y solo  da lugar a una asociación restrictiva respecto de la ciudad, que la toman simbólicamente como un “resto” cuya renovación depende de su inclusión en un proyecto que ahora revela  unas  connotaciones “autonómicas” que excluyen a los demás porteños de la “ciudadanización de la soberanía”.

Pero no es responsabilidad nuestra que los porteños tengan esta historia de desangramiento institucional.  Ni amo ni odio a Valparaíso.  Yo soy penquista, de “espíritu”  secano-costero.  Me conmueve el hecho de que la desagregación política haya llegado a este nivel.  Es como el guión-autocumplido de “Valparaíso, mi amor”. Aldo Francia ya filmó la anticipación del naufragio ético y político.  Entre el DJ y La Matriz no hay diferencias  “ontológicas”, sino de grado.  En ambos pervive la xenofobia hacia el que viene-de-fuera, para omitir la determinación histórica cultpable de haber sido el enclave de las casas comerciales británicas que definieron su carácter capitalista-mercantil. 

Me refiero al hecho de que para sostener esta ficción de omisión, tanto el DJ como el Pacto, deben tener “algo de” Lagos Weber, que es un modelo de referencia para una “pillería”   interpretatova e interpelativa de última magnitud. 

Nosotros  solo somos unos migrantes que conocemos de sobra la construcción de abandono y los negocios que se pueden montar a partir de eso.  Lo cual resulta insoportable a los-maría-kuleba de cualquier sector, agazapados en el encubrimiento de sus deudas partidarias.  Al final, falta el momento en que  pregunte “¿cómo voy ahí?”

Yo  lo único que hice fue tentar un análisis de las fuerzas que operan en el Pacto, antes de que los de la Autónoma llegaran a destituir las pretenciones de la pequeña burguesía ilustrada, ilusionada con la autonomía de sus comercios, en el marco de una estrategia de turismo cultural adecuado.  Bueno, asi “a nadie le falta Dios”.

Así las cosas, a falta de consistentes argumentos políticos en contra de nuestro discurso, el idiota se metió con la familia, que es el gran “argumento político” del stalinismo básico: afectar la filiación.  En verdad, de todo totalitarismo.  Esa onda: no hay  filiación fuera del partido;  el partido es (toda) la filiación.  Este concepto lo tienen pegado en el insconciente, que en este caso sería como una ciénaga viscosa por la que deambularían estos rastacueros que buscan figuración en las fisuras de los grandes movimientos.  Entran por el costadito, metiendo el dedito, de a poquitito, “participativa/mente”.

Como le has descubierto el “juego”, te agrede mediante una fórmula muy bien aprendida, que consiste en montar la figura del hermano menor como un incompetente que no se merece compartir la gloria del hermano mayor exitoso.  Pero en términos estrictos lo que hace es manifestar  su deseo de asumir él mismo tu lugar, porque necesita a gritos dicho merecimiento.  O sea, ¡quiere ser mi hermano menor! ; lo cual viene a ser una variante  de la figura del “huacherío” político en la búsqueda constante de un referente viril.  

Por eso estaba desaforada, la María. Tu maldad analítica recogió una denominación que tu no inventaste, sino que tomaste de su uso en su círculo cercano. El punto es que la María-madre-mía-yo-te-doy-mi-corazón es el fundamento de la piedad (pietà), en política.  Y te reprocha no haber sido piadoso. Pero se equivocó en una cosa. No sabe que tenemos hermanas.


 Un abrazo.



sábado, 2 de julio de 2016

RADIO MOSCÚ, EL BURRO, EL DOLOR Y EL COLOR.


En Galería D21  (Nueva de Lyon 19, Providencia, Santiago) exponen Del Canto / Guzmán / Serrano. Tres artistas que viven y trabajan en la  Región de Valparaíso.  Sin embargo, no se caracterizan por reproducir la ideología habitual del pintor de borde costero, que suele ser reconocido como “porteño” por un público  muy específico,  que  rinde culto a la imagen de un pasado de no cesa de perturbar el presente.  He sostenido que son pintores de y del interior. Es decir, que sus trayectos vitales han estado siempre sujetos a cumplir la trazabilidad del metro-tren, entre la Estación Puerto y Limache.  Todos ellos, por supuesto, saben de sobra lo que significa la representación del pintor de provincia que, como un síndrome fatal, reproduce Adolfo Couve en su “Lección de Pintura”.  Pero más que nada, todos conocen las fotografías de los murales eróticos que Monvoisin pintó en las casas del fundo que  compró cerca de Los Perales.  Fotografías que fueron conocidas gracias a un libro de tesoros regionales elaborado por  el laboratorio  forense de la ¡PDI!. 

Antonio Guzmán y Edgar del Canto estudiaron en Valparaíso. El primero, en la UPLA; el segundo, en la Escuela Municipal de Bellas Artes. En cambio, Henry Serrano estudió Bellas Artes en la escuela de una ciudad de nombre impronunciable en la URSS.   Pero su familia era de Valparaíso.  Aquí había una familia que escuchaba el sonoro de acoplamiento de la señal de radio para sintonizar Radio Moscú. Entonces, la tinta mimeográfica es contemporánea de la huella que deja esa marca sonora en el mapa de una biografía recuperada. 



Los tres artistas comparten un ácido sentido del humor, un verdadero culto a la parodia silenciosa y al escepticismo metodológico, que los lleva a poner en crisis las propias condiciones de lo que significa ser pintor, en Valparaíso.  Pintor, es mucho decir.  Serrano es un imprentero porque no se puede liberar del peso fantasmático de la tinta  de mimeógrafo.  En alguna ocasión he hablado del “inconsciente mimeográfico” de la izquierda chilena.  Pero el (d)efecto de la tinta será el medio apropiado para realizar un gran mapeo del movimiento de las fuerzas en el curso de una batalla. Que viene a ser, la propia batalla de la tintura, en Valparaíso.

Edgar del Canto, en cambio, es un pintor modelado por el olor del aguarrás.  Es un chiste  duchampiano. Pinta porque le encanta el olor del aguarrás. Eso  es claro. Pero lo que hace es “plasmar” su desencanto.  De todo. Hasta de Valparaíso.  Lo hace mediante un recurso que denota un gran respeto por las filiaciones y por las historias que constituyen los mitos de referencia. Es así que se ha dedicado a trabajar en el establecimiento del catálogo general de la obra de un gran pintor porteño que trabajó en las fronteras de los años setenta y ochenta: Marco Hughes. De modo que es un pintor que trabaja en el  surco abierto por otro pintor. Y de esta manera recupera una tendencia que en paralelo se estaba  configurando con todas sus  singularidades y que cabe dentro del “mote” de la pintura surrealistizante.  




Pero desde ese “mote”  que se comienza a armar es una pintura que apelando a un rencor modulado y necesario,  se apega a una desestructuración de las escenas básicas de la representación de los cuerpos.  Entonces, la corporalidad se confunde con los harapos de una vestimentalidad que se sostiene a duras penas, en situación angustiosamente flotante. 

Pero en esta exposición, presenta una serie de dibujos realizados a lápiz, recortando pedazos de dibujos que provienen de otro lado, como si fueran matrices desclasadas y descalzadas que se reconfiguran para dar pie a imágenes obturadas, que remiten al colapso de la facialidad.

Antonio Guzmán, por su parte, viene de las polémicas locales por la recomposición de una escena que tuvo que soportar la represión de los universitarios “conceptuales” de la región.   Sin embargo, refugiado en el grupo de autodefensa que se llamó “Pintores portugueses” atravesó el desierto y  pasó de una pintura  de abiertos y descorazonadores paisajes poblados de escenas circenses,  que eran metáforas de una exclusión social sublimada, a unas paródicas y ácidas operaciones gráficas que se concentraron en las traiciones del aula como condición apropiada de reproducción de subjetividad escolar. 

Fue entonces que encontró en la “cabeza de burro” un emblema de repetición gráfica destinado a sustituir la abstracción del cucurucho que llevaba la inscripción del castigo escolar.  La hiper-comicidad realista de la cabeza pasó a sustituir la imagen de la Autoridad, como recurso  pervertido que devuelve  a la cara las inconsecuencias e imposturas de la transferencia informativa. De ahí que Antonio Guzmán se dedicó a dibujar con témpera escolar todos los atributos de las láminas de otros pintores que se han vuelto referenciales en las láminas impresas de las revistas de arte.  Lo cual es una manera muy maldita de reírse de los efectos de su propio maltrato como un lector astuto y voraz de los procesos de reproducción de enseñanza.   


lunes, 27 de junio de 2016

DEL CANTO / GUZMÁN / SERRANO


inicio_justo


D21 Proyectos de Arte inauguró el jueves 23 de junio la exposición DEL CANTO/GUZMÁN /SERRANO, bajo curatoría de quien escribe y que desde hace varios años desarrolla un trabajo con los mencionados artistas, que residen y trabajan en la Región de Valparaíso.

Mis relaciones formales  con artistas regionales datan de la época en que hiciera clases de historia del arte en la escuela de arte de la UPLA; es decir, a fines de los años noventa, cuando colabora con el trabajo de un grupo de ellos, que se hacen llamar Pintores Portugueses. El modelo del chiste freudiano habilita una relación destinada a de/mitificar la posición del artista bohemio, que satisface una necesidad de ilustración del turismo cultural. A eso obedecía la declinación de la frase pedro-pablo-pérez-pereira-pobre-pintor-portugués-pinta-paisajes-por-poca-plata-para-poder-pasar-por-parís.

Al cabo de unos años, un joven cineasta portugués radicado en Brasil descubrió que en Valparaíso había “pintores portugueses” y se interesó en hacer un documental sobre esta extraña y excepcional migración. Cual no sería su sorpresa cuando se enteró de la expansión del chiste, como un modelo de análisis de la situación concreta.  Lo cual, de manera indirecta, promovió nuestro re-encuentro, justo cuando me hice cargo del Parque Cultural.

Luego -como parte de mi política en el Parque-, me dediqué  a recuperar las experiencias más significativas de las artes visuales en la región, concentrándose en experiencias pictóricas limítrofes; ya sea que no pertenecían a la oficialidad de la escena chilena, o que ocupaban un lugar de privilegio en una escena local que se reproducía con sus propios parámetros. De ahí surgió la cercanía con la actividad de enseñanza de la Escuela Municipal de Bellas Artes, que cumple cincuenta años de existencia y que es responsable de la formación de una anomalía extraordinaria, que sostiene la representación que una franja significativa de artistas tiene sobre su des/ubicación en el mundo, como una posición ética suficientemente retraída de la fiebre patrimonialista.

Edgard del Canto, Antonio Guzmán y Henry Serrano han fijado sus residencias, según períodos determinados, entre Limache, Villa Alemana, Quilpué y Valparaíso, manteniendo siempre la misma posición del pintor del interior, determinado por un imaginario agrario; es decir, que se resistían a quedar subordinados a la dinámica del borde costero. Lo que les importaba era una ruralidad desplazada que se hacía notar de manera relevante en las ferreterías de avenida Argentina (El Almendral), donde se expone una objetualidad cuya atracción depende en parte de la amenaza de su puesta fuera de juego.

A lo anterior  se agrega el valor elemental ligado a las actividades anexas al tipo de comercio que se define en el Mercado Cardonal, que expresa un estadio determinado de la cultura de quebrada, como un modelo de relaciones sociales que dependen de la lógica migratoria de los queltehues, que bajan desde la meseta y terminan espantando a las gaviotas.

Edgar del Canto, Antonio Guzmán y Henry Serrano tienen en común la pasión por ciertos objetos y la inquietante fascinación por ciertos procesos de exclusión, de los que han hecho un sustrato de trabajo analítico. Es así como acarrean consigo un análisis de pacotilla de la situación local. Esta condición proviene de los textos de Patricio Marchant, que hablaba siempre de “nuestro” psicoanálisis de pacotilla, que me hacía pensar en los vermicelli. Es decir, aquel tipo de textos destinados a relatar situaciones que no venían al caso, o bien, elementos subordinados.

Lo que no se ha dicho es que éste era el mote con que Lenin descalificaba los textos que se andaban por las ramas. De ahí, los vermicelli, que son como los fideos cabellos de ángel que se le ponen a las sopas sin sustancia para esconder su falta, puede definir la actitud que los une y con la que compartimos tanto la crudeza del lenguaje como el rigor de las representaciones, sobre la exclusión pictórica, el maltrato político y la descalificación referencial.

Todo eso, manifestado mediante montajes de montajes e ilustraciones que se parecen a otras ilustraciones.

La pasión por ciertos objetos corresponde a una política de retención de las afecciones básicas, herencias maternas, que sostienen las poéticas mínimas con que recomponen los espacios de las reliquias, para luego proyectarlas en la pantalla de los deseos de casa. Henry Serrano conoce, por su parte, los despojos y las reconquistas subjetivas de los exilios en el exilio, operando como el héroe de Derzou Ourzala, o bien, manejando la enérgica sabiduría de los camioneros siberianos.

Los procesos de exclusión a los que se hace referencia tienen que ver con las formas de existencia de estos tres artistas en un ambiente hostil, respecto de una gestión universitaria discriminatoria y de una burocracia cultural dominada por la indolencia y la dependencia político-partidaria. La autonomía de sus prácticas ha sido la condición de una persistencia ética ejemplar, cuyos efectos se hacen notar en las relaciones de contención que entablan con las comunidades de artistas locales.

jueves, 23 de junio de 2016

CARA TATUADA


Un amigo me remite el siguiente párrafo, recuperado del Facebook del Pacto La Matriz o de gente vinculada a  éste. Resulta sorprendente el tipo de observación, ya que si esta va a ser la tónica del debate, entonces están totalmente fuera de punto y no  representan la perspectiva crítica de muchos de sus miembros. 

Transcribo el párrafo:  "En TV, hace ya un tiempo, dieron un reality de la familia de DJ Méndez: su pareja, una hija, un hijo, los amigos, todos los días en pantalla.
En un capítulo, el hijo está de cumpleaños (unos 16 años o algo así), DJ lo lleva a una gran tina de casa con espuma y descorcha un champagne para ambos en el agua. "Y ahora viene lo mejor hijo", sale de la tina y vuelve con una prostituta en bikini cuyos servicios ha comprado de regalo para su niño en casa, en pantalla para todo Chile.
Ese señor DJ es el candidato a alcalde de la coalición de gobierno para enfrentar los gravísimos problemas que vive VALPO.
"

Lo que se pretende demostrar es que, en primer lugar,  un tipo así NO PUEDE SER aspirante a alcalde de la ciudad, y que en segundo lugar, el Pacto La Matriz posee dicho mérito por autoproclamación.  Tiene que haber una manera más eficaz de debatir con DJ Méndez.  Este mensaje, por cierto, está destinado a horrorizar a los habitantes del barrio, anunciando el arribo y la progresión de la barbarie.

Por de pronto, la barbarie está en la televisión. Entendemos que los patrimonialistas detestan la televisión no-universitaria, porque no se remite a los orígenes.  Luego, asumen la posición que hubiera defendido Monseñor Tagle Covarrubias, en defensa del matrimonio.  Pero le hacen un enorme favor a DJ Méndez, porque lo declaran IRRUPTOR; es decir, en un  TRANSGRESOR DE LA MORAL BURGUESA. Porque en este terreno, DJ Méndez no realiza ningún acto punible ni criminalizable, al menos en la televisión. No ha sido objeto de ninguna acción judicial, como Pinto, que se salvó solo por un tecnicismo jurídico.  Nuestros amigos del Facebook en cuestión no han dicho una sola palabra, en público, al respecto. Ni tampoco, que yo sepa, han hecho objeción alguna ante el afiche de un candidato que reproducía el trasero de una persona y que hacía acompañar de la siguiente inscripción: “presta tu voto”.

El más sencillo juego de esta homofonía parcial produce el deslizamiento pseudo dada que consiste en asociar las palabras “voto” a “poto”. El recurso, en verdad, es gagá. Pero reviste una cierta gravedad, cuando habla del tipo de compromiso político al que alude.  Porque apela a un  tipo de préstamo de conveniencia que se asocia a un acto de prostitución. Lo cual es una advertencia a sus aliados políticos, en cuanto a señalar de manera ostensible  que la lealtad tiene un precio.  ¡Uf! Yo no quisiera a ese señor de aliado!  La cuestión del préstamo, entonces, hace que la fidelización de la política dependa, nuevamente, del fantasma de sodomía. No importaría que le usaran el “voto (poto)”, a condición de una prebenda suficientemente acorde con la naturaleza del compromiso.  Lo menciono in extenso porque insisto en que este tipo de alianza fomenta la “prostibularización” de las relaciones políticas y desnaturaliza la memori gráfica de la Unidad Popular, al banalizar su referente original. Me refiero al afiche que fue impreso por una oficina del gobierno, en que había un joven y una joven, tomados de la mano, desnudos, que avanzaban, tomados por la espalda, con un pie de página espectacular: “Mañana es el primer día del resto de tu vida”. 

Claro: que esta memoria gráfica haya terminado referencialmente en la f®ase “presta tu poto”, resulta de una picantería máxima.  

Este hecho  que he mencionado me parece más grave que el relato que desde La Matriz se hace de la iniciativa de DJ Méndez.  No he sabido de ninguna observación crítica respecto de este afiche, que ya pertenece a olvidables procesos de campaña anteriores.  Sin embargo, DJ Méndez al realizar la escena de la tina, no hace más que reproducir en ese formato lo que ya ha sido sancionado estéticamente por el cine chileno. Justamente, una de las escenas más decisivas de la película “Julio comienza en Julio” reproduce la visita que hace el patrón del fundo al burdel rural, para iniciar a su hijo con una prostituta, en el día de su cumpleaños.

Por lo demás, esa era una práctica habitual del patronato oligarca, que encontramos, magistralmente problematizado en “El lugar sin límites” de José Donoso.

La denuncia implícita que hace La Matriz al actuar  “indecente” de DJ Méndez, omite el hecho que en los códigos de este hombre y de su entorno, una iniciativa de este tipo es altamente valorizada porque pone en escena el estreno de la virilidad de su hijo.  Es como una tragedia griega: ¿le responderá? ¿Y si no le responde? DJ Méndez declara que no por eso dejará de ser su hijo. Listo: se re/compra simbólicamente, porque en el extremo de su “machismo”, puede “maternar” a otro.  Es decir, es tan “machista”, que puede ser “madre”.  No presta el Verbo. Esa es la gran diferencia.

Y nótese la falta de cuidado del Facebook de La Matriz.  Delata al “indecente” que se mete en una tina con espuma.  Aunque lo que hace es repetir proyectivamente otra escena del cine: “Scareface”.  Hay que entender que esa es otra  “face” que DJ Méndez  les sugiere,  simbólicamente amenazante,  sin el menor esfuerzo, porque ya la historia de los medios le ha proporcionado  los recursos narrativos.  El no se sitúa en la posición de un “cara cortada”, sino en la de un “cara tatuada” que exhibe en su propio rostro  las marcas del costo –simbólico y real- que ha pagado para estar donde está.

Esta noche, DJ Méndez es el invitado estrella en Kamaleón (Kramer).

miércoles, 22 de junio de 2016

MOBY DICK


Durante el gobierno de Allende, la derecha se reía de los ministros obreros. Se inventaron toda clases de chistes.  En definitiva,  ésta pensaba que no estaban habilitados para ser ministros.  Era una idea de exclusión muy consistente.

Ahora,  hay una actitud similar respecto del DJ Mendez.  Lo crucificaron por lo exhibir diplomas de escolaridad completa, cuando hay quienes en posesión de muchos certificados de estudios han quebrado  la Ley, pero siguen siendo reconocidos como ciudadanos respetables.   De este modo, la sola figura de DJ Méndez les parece insostenible, aberrante, inconcebible.  ¡Pero si es tan solo un rapero!   Un indigno. Un kuma.  Ha estado en la cárcel. Bueno: hay tipos de la Nueva Mayoría que debieran estar en la cárcel y a nadie la parece insostenible. Por el contrario, circulan por los pasillos de la Intendencia.  

Han olvidado que DJ Méndez  tiene derechos. Una cosa es no estar de acuerdo, otra cosa es descalificarlo por sus estudios irregulares y porque viene del cerro Barón. Si se piensa bien, es un logro que debiera ser reconocido.  Eso lo saben los políticos tradicionales del PPD, que advierten la necesidad que un “choro” los represente, allí donde ellos han perdido toda posibilidad de dar la cara. 

El choro es un residuo patrimonial inmaterial en Valparaíso, que remite a la “memoria social” de los estibadores del  modelo de producción portuaria que ha naufragado y que solo puede exhibir las sedes de los viejos sindicatos, como “lugares de una memoria perdida”. 

DJ Méndez representa al “nuevo choro”, que se levanta como la voz cantante de los postergados por los políticos de “La Boutique”.  En una sola entrevista, con un solo mote, los hundió. Se refería al Pacto La Matriz, que rechazó la oferta de Lagos Weber. Entonces vino DJ Mendez y completó la agresión verbal con una eficacia que nadie había calculado. De este modo, transformó la campaña en una ostentación estética menor de la gran escena de la lucha de clases porteña, en que por  un lado tenemos a los “choros” y por otro lado a los “pitucos”, que ya cometieron el error de sostener un discurso xenófobo, demonizante y clasista en contra de DJ Méndez, que de paso, les respondió en consecuencia, porque frente a la “política de boutique”, él pasó a defender la “política de los almacenes”, aún cuando su primera conferencia de prensa la hizo teniendo como telón de fondo la trama publicitaria de un Mall. Pero ese es un signo de la mayor relevancia, porque aquí puede pasar lo que con el Mall de Castro (Chiloé), como efecto de “identidad plebeya”.

El otro gran descalificado en esta operación es  Pinto-el-inefable, que ahora se va a tener que enfrentar a un tipo que lo puede efectivamente desplazar en el imaginario viril  de los cerros. Pinto es un antiguo caudillo que invierte mucho tiempo en tomar tecito con las veteranas (con todo respeto).   Esta es la leyenda ordinaria.  La barbarie en política no hay que atribuírsela a DJ Méndez; esta ya ha sido suficientemente instalada por Pinto-y-sus-secuaces. 

DJ Méndez, como me lo ha señalado un amigo escritor, no necesita hacer “puerta a puerta” ni tomar tecito. El ya entró en las casas a través del Reality. El mismo es un personaje medial que ha convertido la noción de  candidato en operador del imaginario televisivo, expandiendo de manera radical el concepto de calle y de cerro que maneja Pinto.  Y se lo va a comer con zapatos, porque su gestualidad discursiva y la elocuencia choriza no apunta a las veteranas, sino a las nuevas capas de mujeres, muchas de ellas jefas de hogar, que dibujan el  nuevo “mapa del deseo”  en la sociedad de los cerros.

La mejor imagen de si, la tiene DJ Méndez en sus tatuajes faciales,  porque remiten de manera mínima al indio arponero de “Moby Dick” y declara una política visual que concentra hacia el cuerpo lo que actualmente se ha convertido en un delirio graffitero mural.  El hombre es ejemplar en este sentido porque demuestra que el “muralismo”  lo porta consigo, en la primera línea –no de la fachada- sino de la carne.   El representa  una nostalgia de viejo tripulante, entre matutero y tránsfuga social,  al borde de una legalidad que maneja a su antojo y que concentra la monumental vindicación de un tipo de  rencor  colectivo que  exhibe a flor de piel las humillaciones de que es objeto de parte de los agentes de “La Boutique”. 

Ahora, la derecha no se ríe de un candidato como éste. Lo necesita.  El PPD es la derecha  accionar que se da a conocer con un léxico de izquierda.  Es más: de una izquierda in-operativamente  pituca y moralizante,  que no ha podido retener  una xenofobia que   no hace más que expresar el horror ante el levantamiento de la “barbarie”.   El purismo patrimonialista se revela como una plataforma ideológica en extremo reaccionaria, que apela al estatuto de “limpieza de sangre”.  Esto conducirá a que los habitantes del Cerro Alegre y del Cerro Concepción interpongan un recurso de protección en contra del “resto” de la ciudad, por incumplimiento de las exigencias mínimas del  Protocolo de UNESCO, en cuanto a mantener la pobreza en condiciones recuperables para un turismo cultural destinado a comunidades migrantes desfallecientes.  

Lo que no resta a DJ Méndez de responsabilidad alguna en la necesaria impostura de sus propias posturas: “no soy ni de izquierda ni de derecha; soy mendista”.  Lo cual adquiere pleno sentido a partir  de la banalización  jocosa de la poesía de Nicanor Parra.  Puesto que lo  que inquieta y fascina a la vez, es constatar de qué manera un personaje que usa los medios  audiovisuales más convencionales,  aloja los sentimientos más arcaicos y, por eso mismo, más infractores, para redistribuir las fuerzas en presencia en un mapa que desde el domingo pasado ya no es el mismo.

martes, 21 de junio de 2016

PRIMARIAS: RECUPERAR LO PERDIDO.


¡No! ¡No puede ser! ¡Se hundió mi candidato! Más bien, lo hundieron. Pensé que el “post-pintismo”  había logrado vencer al fantasma del “pintismo” y me equivoqué. Al escuchar la entrevista de DJ Méndez en la Bio-Bio, anoche, recordé lo que un operador político de la UDI  me dijera a propósito de la elección pasada para la alcaldía: “El dueño del negocio jamás va a ir en contra  de su gerente general”.

Entonces, en esa ocasión entendí que Pinto ganó las primarias, nada más que para asegurar el triunfo de Jorge Castro. Hoy día, Pinto, experto en “acarreo”, no hizo mucho para que Omar Jara obtuviera  el traspaso de sus activos.  Esto quiere decir que Pinto puede asegurar  de nuevo la re-elección de Castro, dejando en el camino a  correligionarios que no han sabido o no han podido o no han deseado  provocar rupturas simbólicas irreversibles.  Bueno: es el precio que se paga por “pedir permiso”. 

En cambio, es conocida la “debilidad” de Lagos Weber por los músicos. Antes, ofreciendo cargos para disolver amenazas de acompañamiento.  Ahora, levanta esta carga para solidificar  el amedrentamiento  de una nueva  “lengua”. Pero no sabrá qué hacer con la erección de esta alternativa, toda vez que DJ Méndez se ha puesto a  decir que va a escuchar a  “la gente” y que el programa va a salir de ahí; no sin dejar de agregar que los políticos tienen que aprender (de él) a escuchar a quienes se han reunido en torno suyo, porque consideran que él les va a permitir “recuperar lo perdido”.  Fue entonces que mencionó las palabras “basura” y “delincuencia”.  No se entendí a quien se estaba refiriendo.

El tema es que estas primarias revelan las profundidades alcanzadas por las reivindicaciones de los no-garantizados, en contra de los ultra-garantizados de La Matriz.  Para Lagos Weber la democracia-cristiana no es tema.  Además, le es preciso aislar a Omar Jara.  No sé si Norberto Díaz es de la misma “tendencia” que Jara, pero su posición como vice-presidente de la CUT es como lo que uno espera que sea un dirigente consecuente y consistente; no un yes-men.  Jara representaba un sentido común poco común entre el funcionariato.  La experiencia de personas como Omar Jara, Norberto Díaz, Eduardo Bustos, por mencionar a algunos, no es recogida por  el “oficialismo” de la Nueva Mayoría.  Ahora bien: lo irruptivamente  perverso es que Lagos Weber apostó por un out-sider  (aparente)  al que no podrá manejar como acostumbra.

Los out-siders siempre tienen una ventaja: son razonablemente imprevisibles. Lo que quiere decir que  DJ Méndez irá más allá de lo que el caudillo local del PPD estará dispuesto a soportar. Es el “espíritu” de la calle Pirámide el que se va a expresar en esos partidarios, que tendrán que hacer una campaña anti-establishment, para asegurar  la continuidad del naufragio cívico, en una ciudad que voluntariamente ha renunciado a toda gobernanza, como un “monumento social”  a un inquietante modelo de autocastigo.

Lo curioso de todo este asunto es que se preparan, para el mes de julio,  las primarias independientes.

Aquí, La Matriz, como pacto de los expertos en mitigación, ha definido el destino de sus demandas, sin entender que DJ Mendez los puso en el lugar de los “momios”, por simple distribución territorial.  El “modelo de negocios” del Patrimonio  Adecuado se enfrentará al “negocio modelo” de una cultura popular  vindicativa incorporada al capitalismo del Entretenimiento,  para  castigar  medialmente a los “pitucos” y a los “aspiracionales” que detestan la vida partidaria.   

A estos solo les queda obtener una votación que, no significando un “catapilcazo”, les permita sentarse en una mesa de reparto con algunas pretensiones.  No lograrán más que eso y habrán invertido un tiempo enorme en discutir sobre el destino de la ilusión  autónoma y movimientista, que se revelará como lo que siempre ha sido y no se ha querido ver: una ilusión política de encubrimiento. 

En definitiva, lo que el “triunfo” de DJ Méndez representa es más que nada una alerta sobre las dimensiones que ha adquirido   la rapacidad  política en Valparaíso.  El Pacto La Matriz  debe elegir al candidato que logre la mayor votación posible para sentarse a conversar con DJ Méndez pensando en la segunda vuelta.  No veo que en este gesto haya  algún elemento  de  renovación de la política.  El candidato elegido podría apostar a obtener para sí el voto de los demócrata-cristianos relegados por el “pintismo”; lo que es poco probable dado el discurso anti-Nueva Mayoría de algunos de los postulantes.   Esto quiere decir que La Matriz solo tiene destino como izquierda ética de la Nueva Mayoría.  La estética será dominada por la retórica musical y escenográfica del DJ, que convertirá a los carnavales  de tambores en fiestas electrónicas en el Parque Alejo Barrios, para “recuperar lo perdido”.  


sábado, 14 de mayo de 2016

LA SITUACIÓN LOCAL COMO FICCIÓN CONCRETA


En una de las fuertes lluvias del 2014, en que Valparaíso y Viña quedaron aisladas del país, debido a cortes en La Pólvora, Santos Ossa, Salinas, Las Palmas, en las transmisiones de  Radio Bio-Bío desde los diferentes frentes apareció la voz de Omar Jara, como un  personaje extraño  que hablaba de cosas concretas en tono razonable, sin eludir las preguntas más complejas, dando la cara con una modestia difícil de encontrar en un funcionario acostumbrado a pensar en la pregunta “¿cómo voy ahí?”. 

Frente a la indolencia  del Intendente Bravo y la expresión de su ineptitud política, el gobernador Jara pasó a colmar un vacío, asentado en su experiencia de hombre de terreno, como decía, respondiendo lo justo, atinadamente, con mesura. ¡Que alivio encontrar a un tipo que hablaba de ese  modo! No era necesario estar de acuerdo, pero se ganaba un respeto.

Es así como en La Radio le comenzaron a dar tribuna, sobre diversos aspectos de la conducción comunal, como lo fue el difícil momento del partido entre Wanders y Colo-Colo, por todos conocido.  Pensé, desde  el 2014 que éste sería un buen candidato a alcalde y que “por los palos” le iba a levantar la nominación a Bravo, que con la nominación de un “delegado presidencial” quedó como un impresentable que demoró demasiado en salir de la Intendencia, acompñado de otros secuaces de semejante impresentabilidad  que habían venido a “acompañarlo” desde Quilpué.  (A propósito: ¿qué será de ellos? No les resultó su estrategia de desembarco en las playas porteñas). 





Ahora bien. La defenestración de Bravo sepultó las ensoñaciones del Hijo Referencial como caudillo local, cuya lucidez se hizo patente al levantar un candidato  que al parecer se quemó en la puerta del horno.  De este modo, los “barones” de la  post-pinto-democracia supieron que podrían apostar por la figura de este “niño” Jara, porque en esa trama de poderes arcaicos, aunque Jara tenga más de cincuenta, siempre seguirá siendo tratado como un “niño”.  Lo cual habla de las extensiones simbólicas  que habilita el lenguaje de la política.  Pero el “niño” habla en la radio; no escribe en El Mercurio. La radio es escuchada en los cerros. El Mercurio  solo es leído en los escritorios de los que opinan sobre Valparaíso, pero que no tienen su inscripción electoral en Valparaíso.

Había que esperar la caída del halcón peregrino de la política local para hacer efectiva la segunda victoria del post-pintismo-democrático-re-adecuado.  La primera  victoria había consistido en el derrumbe de la candidatura de Paulina Quintana, que (se) perdió (en) las primarias por no haber puesto atención en todos los detalles.  Pinto sería el candidato en contra de su gerente-general, para salvar la unidad de su negocio.

Ahora la victoria es doble, porque esta vez fue la propia “realidad”  la que reveló la incompetencia del sector socialista de Bravo, acarreando consigo el resbalón total de la tienda de la subida Almirante Montt. El Hijo-del-Padre, en su euforia de preferido malcriado, anunció por la prensa al vencedor de unas primarias anticipadas que se inventó desde fuera de la norma para incidir sobre lo Normado, como es su costumbre.

En términos estrictos, esta es una nueva paliza que el post-pintismo-democrático le propina a los  esforzados militantes socialistas.  Los menos esforzados ya habían sucumbidos. Y el candidato  que fungía como amenaza  desde la elección pasada, ya había sido arrendado  gracias a los recursos ampliados de Cultura. En este panorama,  ni el corresponsal de la prensa mexicana (Marín), ni el Comandante Yuri, ni el Saltimbanqui Mayor de Tambores tienen algo que hacer. Ya  les pasó la hora de la extorsión circense.  Todo indica que quienes llaman a “recuperar lo perdido”, también tienen un precio.  Solo que  ahora ya nadie está dispuesto a pagar esa cuenta. 

Lo anterior es el principal aporte del llamado Pacto  de  La Matriz.  Es decir,  han logrado que la separación de aguas entre los profesionales de la alternativa y los empleados de la extorsión sea cada vez más decisiva. Los primeros, al fin y al cabo, tienen un prestigio laboral que cuidar.  Los segundos apenas  han aprendido a cumplir con las rendiciones de fondos. 

Los de La Matriz son el único grupo que puede inquietar a los post-pinto-demócratas,  porque configuran un conglomerado heteróclito de comportamiento imprevisible, aunque piensen que lo único que pueden hacer es crecer, mientras los “otros” luchen por no descender.   Distribuidos entre  concertacionistas  desencantados que requieren hacer el camino rápido por fuera y profesionales forzados a invertir un tiempo en  la política para sostener en pie la ficción de una cierta autonomía política,  carecen de virtudes negociadoras, porque su propósito no es negociar, sino que les sea reconocida una cuota. Ahora, todo gira en torno a quien representará mejor la cuota.  



Lo propio con los grupos que se autorizan la representación de  (una) Utopía extra-partidaria es terminar como carne de cañón, en una refriega en la que los viejos maquineros desencantados  puedan resistir los primeros tiros, que serán absorbidos –necesariamente- por  quienes se verán obligados a poner el cuerpo por delante.   En el rango de los primeros habría que situar a John Parada, mientras que el lugar de la derrota heroica estará reservado para  la caballería polaca de Daniel Morales.  Entre ambos,  quedarán esparcidas por la plaza Echaurren  las esperanzas truncadas de otra Ilusión Movimientista.     




jueves, 5 de mayo de 2016

CAPACIDAD DE CARGA (3)


He recibido una severa crítica acerca del modo elusivo empleado en describir a los sujetos de los incidentes porteños sobre la capacidad de carga. ¡Nombres! ¡Nombres! Porque de lo contrario, no sirve para nada. Las alusiones distantes solo si justifican las complicidades con quienes sobrecargan los sistemas de referencia local.

Bueno, claro.  Pongamos que el sujeto que hizo la cochinada de la sobrecarga fue El González, un funcionario del CNCA que ascendió desde el manejo de vulnerabilidades rockeras al cargo de un departamento completo –Ciudadanía-, en el que duró muy poco.  Sus soportes pepedés no fueron suficientemente consistentes para que permaneciera en un cargo para el cual todo le quedaba grande.  Sobre todo el apoyo político.

Este es el tipo de gente que antes del “cambio de mando” del 10 de marzo del 2014 andaba ofreciendo cargos para el Parque Cultural. No era ni  siquiera miembro del directorio, pero ya  se había puesto en carrera para ocupar la dirección.  O al menos, vivía la ficción del político que desde las sombras iría a manejar la institución.  Recuerdo que en esos meses se jactaba en Plaza Anibal Pinto de que quien escribe no entendía  las particularidades políticas locales.   

Sin embargo no vio lo que se le vino encima, porque desde el mismo 10 de marzo tuvo que  enfrentar a otro serio candidato a ocupar el mismo cargo, pero que provenía del equipo del Intendente recientemente designado.

Este segundo candidato, que no nombraré todavía, había sido miembro del pepedé y se cambió  al partido socialista. Pero hoy día admitió su error y le envió a Pepe Auth sus condolencias a través de las redes.  Solo que se olvidó de mencionar que aquello que Pepe Auth denunció como  efecto de retroexcavadora, él mismo lo practicó mientras  ingresó al directorio del Parque para representar in(d)icialmente al Intendente y vigilar  a la  poco lúcida recién designada Directora Regional para el Manejo de Carga Escenográfica.  




Lo grave  de todo esto es que El González sostenía la siguiente teoría: había que recuperar el Parque para las masas rockeras e impedir que las masas tamborileras le ganaran la partida.  Mediocres actores de teatro convertidos en gestores de energía  coreográfico-extorsiva ya habían demostrado su interés por ocupar un lugar eminente en el directorio del Parque, llamando “a recuperar lo perdido”. 

El chiringuito de explotación de menores en situación irregular –usando la plata de todos los chilenos-   llevó a  El González a ser ocupante oficial de la ExCárcel y por eso tuvo que soportar la exclusión de los “duros” especialistas en administración de recursos territoriales. 

Entonces, una vez construido el Parque Cultural,  El González   siguió pensando como “funcionario de la alternativa” a sueldo del Estado que le exige poner los límites y juró vengarse. Lo hizo tendiendo una trampa al  usar un lanzamiento de libro  como concierto encubierto, para llenar el Parque de jóvenes y revivir la presencia de miles de espectadores en la explanada.  Solo que no había pensado en que las capacidades de carga habían cambiado.  Pero eso le importó un bledo.  Siendo funcionario promovió una actividad que pudo tener graves consecuencias.  En términos estrictos,   debió  haber sido  acusado de “grave abandono de deberes”,  al promover acciones reñidas con el cuidado de multitudes. 

Hay que admitir que la bronca de El González es de las más respetables. No podía soportar, confesado por el mismo, que desde el Parque “blanqueáramos” a Cruz-Coke a través de proyectos que tomaban como cauce simbólico  acumulado la cultura popular porteña. Eso, me dejaba entrever, les pertenecía a ellos.  De modo que mi presencia le echaba a perder su negocio simbólico más preciado, que era especular con las vulnerabilidades sociales.

El hecho es que después del 10 de marzo del 2014 se convirtió en un “asesor sin nombramiento” del nuevo gabinete en Valparaíso. En su ansiedad esperaba mi renuncia a la dirección, porque ya en febrero hacía consultas para ofrecer cargos en el  diseño que lo debía  llevar a desembarcar en el Parque.  Lamentablemente, el nuevo socialista que representaba al Intendente  en el directorio le ganó la partida y lo desbancó en el acto. 

Fue entonces que abrigó una estrategia más ladina  y aspiró a dar el salto a Santiago, para ocupar un cargo que a toda vista le quedó como  un poncho patagónico.   Solo alcanzó a estar unos cuantos meses y su trabajo fue pésimamente evaluado. No solo no sabía de qué hablaba, sino que carecía de todo liderazgo.  El nuevo ministro de ceremonias  cuando llegó lo sacó de inmediato.

 Bueno, lo mismo ocurrió  con otro miembro del directorio  del Parque, que fungía como   representante  de una agrupación de músicos  que tenía como emblema una ave carroñera.  Este  era un magnífico exponente de la ausencia de  filtro institucional,   que a cada rato preguntaba cuando  iban a  obtener alguna recompensa  como miembros del directorio, porque él ya había invertido  mucho tiempo   ocupando el Parque-como-ExCarcel-transformada y no habían recibido nada a cambio, todavía. 

Y estaban los otros,  aquellos miembros  de otra agrupación a los que la Intendencia les pasó quince millones para que se instalaran en otro lugar, permitiendo así el inicio de los trabajos de reciclaje del edificio.   Lo cierto es que al final, parece que todos estaban allí haciendo mérito por si les tocaba “una platita”.   Es legítimo. Todos buscaban ser empleados del Parque.

Lo que El González no quería entender era que yo había sido contratado por una institución, y que por lo tanto, no era tan simple decirme que me fuera; porque primero,  tenían que cumplir con lo que me faltaba por contrato.  Lástima para él. Yo era empleado. Y era el directorio el que debía despedirme. Pero no lo hizo. La ministra no quiso que me despidieran.  Podrían haberlo hecho y nos hubiéramos ahorrado  perder mucho tiempo.  La ministra creyó que me sostenía. No tenía por qué. Yo estaba protegido por la ley.  Me hubiesen pagado  y me hubiese ido de inmediato. Eran mis derechos. Pero no lo hicieron. No sé por qué. A la ministra ni la pescaban en el puerto.  O sea, eran muy torpes. Desconocían, por ejemplo, que yo tenía derechos laborales.  Simplemente  necesitan mi cargo porque ya lo habían ofrecido.  Por eso les metí un juicio, que les gané.  En Valparaíso, ser radical es hacer cumplir la Ley.

Al parecer, ni  El  González ni sus correligionarios conocen el respeto por los derechos laborales.  Viven en un maltrato permanente y devuelven hacia la comunidad el efecto de sus rencores no elaborados.

El González quiso luchar contra los grandes poderes que ya habían asignado mi cargo a personalidades del charango que, eventualmente, podían representar un peligro a las pretensiones del Intendente Bravo, como futuro candidato a alcalde de la ciudad.  Incluso, ese mismo  nombre también circuló como probable Director Regional de Coreografías Perimidas.   

Esto quiere decir que   en el 2015 el directorio nuevo –Corporación-   llamó a un concurso  para blanquear una decisión que ya tenía tomada y que había provocado el primer enfrentamiento entre el directorio del  Intendente y el primer presidente de la nueva corporación del Parque, que mantuvo su decisión de llamar a concurso abierto, tal como la ministra y la subdirectora lo habían declarado públicamente en diversas ocasiones.  

El nuevo ministro de ceremonias llegó para sancionar la legitimidad de un acto que desde sus orígenes se había dado a ver como ilegítimo; porque las ilegitimidades deben ser exhibidas previamente como amenazas simbólicas anticipadas en el nuevo diseño político.  Que se haga cargo.

Al  comienzo, para eso  pusieron a Bravo  de Intendente; para que hiciera mérito.  Pero éste no contó con el efecto del incendio,  que  hizo evidente  su ineptitud para manejar una crisis real.   El era hábil para  montar  intrigas en los pasillos del consejo regional y los pisos del ya lamentable edificio del gobierno regional.   Pero al parecer carecía de habilidades para el  análisis fino y su proxémica no era del todo cuidadosa.   Entonces, todo a lo que El González aspiraba se desvaneció como el eco prolongado de una guitarra eléctrica desafinada. 

El destino le depararía obligaciones para las que demostró no estar preparado.  No tenía ni carga, en términos estrictos, con qué especular sobre su capacidad.

miércoles, 4 de mayo de 2016

CAPACIDAD DE CARGA (2)


La Señora Presidenta, como ya se sabe, empleó las palabras capacidad de carga, para referirse a nuevas condiciones de residencia en Rapa-Nui.  Mis amigas del área del patrimonio me señalan su conformidad con semejante  criterio. Se trata, me explican, de un concepto que se utiliza mucho en arquitectura y planeamiento urbano.  Solo expresaba mi sorpresa por escuchar el pronunciamiento de la noción de parte de una autoridad,  que una dirigenta local reforzaba, conduciendo su argumento hacia una zona radical de exclusión y discriminación de un evidente  racismo invertido.  

Las palabras capacidad de carga  son empleadas por el mismo sector que en otros discursos  califica sus logros como habiendo ya construido  la obra gruesa de su mandato, que logró sobrepasar el rechazo que implicó  la palabra retro-excavadora, que ha sido puesta de nuevo en circulación en  el discurso de renuncia del diputado Pepe Auth al PPD. No deja de ser curioso que en Valparaíso, sus connotados correligionarios  emplearan –en el campo cultural- los mismos métodos  que él denuncia.

El uso de estas palabras  genera un cierto grado de inquietud en la ciudadanía (sic), ya que si nos atenemos a obras gruesas emblemáticas, hay que ver lo que ocurrió con el famoso Hospital de Ochagavía,  que permaneció durante décadas, justamente, en obra gruesa.  

El problema con la Señora Presidenta es el diseño, no solo de las terminaciones, sino de las habilitaciones efectivas que ponen en función un establecimiento.  La Señora Presidenta ya sabe de este tipo de afectaciones, a partir de su ejemplar experiencia escenográfica con el Hospital de Curepto. 

Un amigo del sector de la crítica y experto en Matta-Clark me ha enviado el link de un artículo aparecido en the clinic del 12 de junio del 2013, donde se hace estado de un  Informe de la Fundación de  Douglas Tompkins  que pone en alerta sobre infección de parásitos, bacterias y virus ISA en cultivos de salmones.  

¿Qué tiene que ver todo esto con el uso de ciertas palabras?

La respuesta es muy simple.  Según Héctor Kol, biólogo marino autor del estudio, “el error más grande es dejar funcionando una industria sobre un ambiente que tiene una capacidad de respuesta desconocida, ya que no hay ningún estudio que demuestre que en Chiule se pueden cultivar salmones. (…) Para Kol, los resultados están a la vista. Hoy en día “por cada kilo de alimento para salmones se liberan entre 600 y 700 gramos de materia orgánica, como desechos. Y todo eso está cayendo a un sistema que tiene capacidad desconocida. En ninguna parte se han hecho estudios sobre capacidad de carga”. 

Imaginemos el siguiente escenario. Por cada kilo de alimento para turistas en Rapa-Nui se libera una cierta cantidad de desechos.  Todo estaba cayendo hace ya mucho tiempo a un sistema que colmó   su  capacidad  de carga   y  le permitió a las autoridades centrales  tomar una decisión restrictiva. 

Esta es una buena metáfora sobre situaciones de excepción territorial en que el turismo promueve la producción de desechos  más allá de un punto crítico de recuperación del entorno.   ¿Cómo determinar dicho punto crítico?  ¿Qué elementos debieran ser  considerados para elaborar una hipótesis restrictiva temporal?  ¿Es viable, desde un punto de vista constitucional,  semejante decisión restrictiva sobre  circulación de personas? 

Enfrentamos una situación paradojal.  Cada fin de año, el turismo porteño promueve el arribo de centenares  de miles de personas  para  ver los fuegos  artificiales,  superando la capacidad de carga de la ciudad.   ¿Cuál sería el límite aceptable de ingreso? ¿Es posible plantearlo?  Aunque no es necesario recurrir al caso del Año Nuevo. 

En Valparaíso  ocurren –de tiempo en tiempo- algunos motines en el sector de  Cummins, Plaza Anibal Pinto y Almirante Montt.   Miles de jóvenes  no resisten la tolerabilidad de contención del sitio y son sobrepasados  por el malestar   del  síndrome de abstinencia. Entonces,   promueven su rápido acceso a situaciones limítrofes  de coma alcohólico, para luego   emprenderlas  contra el mobiliario público.  Son motines que se producen porque no se ha respetado  la capacidad de carga de dichos espacios.  

De modo que el uso, por parte de la Señora Presidenta, de la noción de capacidad de carga, ¿no permitiría acaso pensar en facultades  restrictivas  éticamente fundadas,  destinadas a generar condiciones de autocuidado colectivo  y respeto de la propiedad?   ¿Qué condiciones administrativas habrá que satisfacer para relacionar afectiva y conceptualmente,  iniciativas de  resguardo patrimonial con acciones de desarrollo comunitario?  Ciertamente, ¿quién tiene la potestad  sobre  cómo se define la capacidad de  carga social comprometida en el empleo no extorsivo del espacio público?