lunes, 6 de octubre de 2014

NOTICIAS PARA ADELANTAR EL TERMINO DE CONTRATO

En la entrega anterior hice mención a dos casos complejos de historia local: KPD y el primer riñón artificial. Debo hacer notar que no recurrí al empleo de la palabra que ha predeterminado el destino de la ciudad. Basta con eso. Solo es preciso hablar de historia. Mejor dicho, habría que introducir en el debate local algo que Pablo Aravena ya instaló, citando a Francois Hartog; me refiero al régimen de historicidad. Esta vendría a ser la mejor herramienta para trabajar una alternativa que limpie la confusión que ha dejado la noción ligada a la palabra que no deseo nombrar. 

KPD y el riñón artificial han sido relevados como  una forma de articulación de un pasado-presente-futuro local que permite entender de qué manera se despliega una colectividad en el tiempo, pese a la conversión del pasado en una unidad de encubrimiento de las contradicciones elementales; es decir, de clases, que habilitan el manejo de una política subordinada a la lógica de las tribus menesterosas que atienden su voracidad como  gestión de un reparto; vale decir, la satisfacción de las cuotas simbólicas de reparación de un daño que ya tiene un origen inmemorial.  

!Que magnífica paradoja ésta!, la de construir la ficción garantizable por UNESCO, que termina por diseñar un aparato de exclusión que acentúa el naufragio de la ciudad. No solo promueve la separación entre “la ciudad de arriba” y “la ciudad de abajo”, sino también la distinción tributaria entre Puerto y Ciudad. Hay que insistir en un punto sobre el que Iban de Rementería ha repetido hasta el cansancio: la cuestión de la renta portuaria. Toda otra preocupación es tan solo una operación de encubrimiento del aspecto principal de la contradicción. Para mitigar el efecto de la separación entre el Puerto y la Ciudad, hay que sabotear la habitabilidad de esta última hasta convertirla en enclave miserabilista, gestionado mediante leyes de compensación cultural para poblaciones que administren de manera estable su vulnerabilidad. 

Hablar de estos “casos residuales” -KPD y el prototipo del riñón- que tuvieron lugar durante  la Unidad Popular,  incomoda a los actuales administradores de  influencias cruzadas, porque la visibilidad de sus deseos depende de la eficacia con que sea sepultada la memoria histórica. Sin embargo, hay una manera de hacerlo saturando  emotivamente el discurso, para convertirlo en  signo de intercambio en el marco  de  una economía que fetichiza el recuerdo, al banalizar su condición de lugar de memoria. 

En la Feria de Arte Contemporáneo (Ch.ACO), en Santiago,  se realizó un minuto de silencio en homenaje a Matilde Pérez. Durante sus funerales, la Ministra Barattini asistió en un acto de pulcritud ejemplar, siendo portadora de una carta de  condolencias de la Presidenta. Fue, sin duda, un gesto significativo. Entre tanto, prosigue el trabajo de producir su atención crítica. Catalina Carrasco y Ramón Castillo   editan un libro que consolidará una estrategia de cuidado que ya cumplió una década. 

En la misma feria, adquiero un ejemplar del libro de Alejandro Crispiani. El ejemplar que él mismo me enviara desde la editorial se lo obsequié al curador de la Bienal de Sao Paulo, Luis Enrique Pérez-Oramas, cuando visitó Valparaíso. De este libro hay que hablar. No se ha hablado lo suficiente.  Hacen falta reseñas críticas, no solo en el campo de la arquitectura, sino desde la historia del arte y la sociología de la cultura. 

Entre tanto, en Valparaíso se ha instalado el mayor centro de producción intelectual de los últimos tiempos. Esto no le gustará a mucha gente. Se trata de un conjunto de “oficinas de producción” que reúne a un  número de agentes que sostienen las más importantes e interesantes iniciativas de desarrollo para la ciudad. Otra cosa es que sean escuchados. Total, en la inflación de propósitos, siempre hay una lonja de realizaciones posible. 
En una ciudad donde la noción de eficiencia es sometida a todo tipo de justificaciones, la aparición de esta unidad productiva significa un cambio cualitativo en la reproducción del capital intelectual.  Oficinas de arquitectura, talleres de restauración, espacios de creación, gabinetes de innovación programática, comparten un espacio de inversión profesional que no tiene parangón. 

Su ubicación consolida las condiciones para el desarrollo del prejuicio sobre la eficacia operativa del fantasma de la gentrificación.  Un fantasma que ahora sirve para  estigmatizar todo aquello que pudiera resultar objetable, en términos de la salvaguarda de una autenticidad ambiental que quisiera gestionar solo ruinas administrables.  En este caso, lo que se objetará será el productivismo accionalista de quienes allí trabajan, en  el número  399 de la calle Dinamarca, elaborando la inevitable negociación que implica una estrategia de desarrollo inmobiliario adecuado. Es decir, que piensa por adelantado las compensaciones ligadas a su intervención inevitable. (Recomiendo acceder a www.dinamarca399.cl)

Todo esto ocurre mientras al frente, en calle Cumming,  el equipo curatorial de la próxima Bienal de Arquitectura y los representantes del Colegio de Arquitectos de Chile se reúnen en el PCdV para coordinar, desde ya, el montaje de la próxima bienal, que será en Valparaíso. Este será un gran acontecimiento para la ciudad. Esta es la `primera vez que la bienal se realiza fuera de Santiago.  Obviamente, tendrá lugar en el espacio del PCdV, que consolida su vocación de centro de atracción del debate crítico de la arquitectura. 

Entre tanto, los transcriptores de  registro de los conversatorios que tuvieron lugar durante la exposición COLOSAL terminan su trabajo. Comenzará, pues, el gran trabajo de edición que debe culminar con la publicación de un libro, al cuidado de la editorial de la UTFSM. 

Prosigue, hasta fin de mes, la exposición de Hugo Rivera Scott, que ha estado acompañada por un riguroso trabajo de mediación, realizado por un grupo de estudiantes de la UVM. Esto no es fácil de montar. Es preciso diseñar para este tipo de exposiciones especiales, un tipo de facilitador singular que esté dispuesto a enfrentar la visita de públicos que requieren una atención de excepción. De todos modos, esta exposición viene a cerrar, en lo que va de este año, lo que llamaré el tríptico de historia local de la visualidad. 


¿Lo que se viene? Indudablemente, el festival Danzalborde y el estreno de una trilogía del dramaturgo Cristián Figueroa. Es decir, cuerpo  en escena y palabra en escena. La palabra escena es la que define la pertinencia de las inversiones formales locales. 

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