lunes, 11 de marzo de 2013

DE LAS BRUJAS AL SIBARÍTICO




Las entrevistas complejas me dejan un vacío en el estómago. Fue lo que me ocurrió
cuando el miércoles 6 de marzo terminé la entrevista a Erick Beltrán en Radio Ritoque,
en el programa radial del PCdV. Salimos con Richard Muñoz de regreso al Parque,
no sin antes visitar Las Brujas, de cuya existencia me había enterado a través de las
columnas de Oscar Aspillaga. Allí, ante dos italianos normales nos recuperamos de los
efectos griegos del relato de Marsias y Apolo.

El día viernes 8, desde las 15.00 hrs, Erick Beltrán habló ante una concurrencia
formada por destacados artistas locales y gente de literatura y filosofía. Y habló
hasta las 18.00 hrs. Con una breve interrupción. Pero al final del relato de las distintas
versiones del mito y de un extensa descripción de sus trabajos editoriales, el vacío en
el estómago era de proporciones. Entonces, bajamos por Cumming hasta el Sibarítico
y pedimos otros dos italianos. Y uno para llevar, ya que Erick recordó que el impresor a
cargo de la máquina no había tenido siquiera tiempo para comer durante todo el día.

Erick Beltrán venía de hablar de Warburg y de las relaciones entre imágenes
pertenecientes a diversas temporalidades, puestas en un mismo registro material.
Es el caso, desde ya, con las citas visuales que configuran el collage en el PCdV. Lo
que no habíamos previsto fue la simultaneidad de las relaciones entre el relato de
Atenea tocando la flauta de dos tubos en la fachada y esta otra Atenea tocando una
flauta similar, pero esta vez en la pintura que hay detrás del mesón en el Sibarítico de
Cumming, al frente de la florería. Para quienes no lo han percibido, en esa pintura de
Jesús Pereira hay una escena de bacanal en que faunos y dioses tocan flautas, bailan y
comen completos.


Ese mismo día viernes, en El Mercurio de Valparaíso, la periodista Angela Rivanera
firmó un artículo con la siguiente bajada: “Artista mexicano transforma fachada de
PCdV en collage de mitología griega”. No podía ser más exacta. La transformación
asume el gesto del empapelador de muros de interior. El pegamento utilizado hace
que la pintura se sitúe en esta zona de perversión formal. Es el interior que se sale
para afuera. La piel de las referencias materiales se revierte y cubre la fachada como
una delgada capa de imágenes sobrevivientes.

En mi entrevista de El Mercurio del 17 de febrero hice mención a la tragedia griega y
a Valparaíso como un espacio de articulación mitológica. Este es el tipo de relaciones
que me preceden en los efectos constructivos sobre el imaginario de una ciudad.
Sibarita, por lo demás, es un sujeto que vive para la satisfacción de sus gustos
refinados.

Un puesto de completos resume la inversión del refinamiento de la comida al paso,
consumida por sujetos que no son sibaritas, sino habitantes carenciados en lo
alimentario. Es lo que se llama afirmación por el contrario. Sibarítico, entonces,
señala el lugar de una ausencia, a un costado de la Plaza Aníbal Pinto. La Atenea
pintada tocando la flauta de dos tubos asocia el instrumento a la forma de la propia
vienesa, alojada en la fisura de la “flauta” (pan). Tocaremos una melodía gracias a

la inversión del procedimiento. En vez de soplar el objeto, lo engullimos, poniendo
la cara parecida a la de Atenea y que provocaba la hilaridad de Hera y Afrodita.
Al soplar la flauta inflaba sus mejillas y su cara congestionada le daba un aspecto
grotesco. Aparecemos como grotescos comilones de un objeto culinario carente de
refinamiento.

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