La tormenta de la noche del 2 al 3 de mayo
remojó el papel impreso que sostenía la obra de Erick Beltrán, de la que hablé
en la última entrega. De este
modo, algunas zonas han comenzado a despegarse, dejando algunos espacios vacíos
que permiten ver el fondo del muro de la fachada. La memoria cercana del
edificio impone su precedencia, temporalmente cubierta por un relato visual que
puso en escena la representación del desollamiento. No ha sido casual. Erick
Beltrán conectó de manera expresa elementos que en su lengua franca ponían de
manifiesto “la verdad de la fachada” en la historia de la arquitectura local.
Naturaleza contra Cultura. La lluvia y el
viento han podido más que el pegamento para empapelar interiores. De eso se
trata: papel pegado para ser desprendido e instalar con fuerza la ley del craquelamiento de la historia.
Hace muchos años, durante los días de Navidad,
llovió de manera torrencial, afectando gravemente unas pinturas en el MNBA, en
Santiago. Las reparaciones de la techumbre –realizadas por el MOP- permitieron
que el agua penetrara hacia el interior de algunas salas, como nunca antes
había ocurrido. El agua corrió como cortina sobre las paredes. Luego paró de llover. El museo
permaneció cerrado varios días. Cuando se re-abrió se dieron cuenta que la tela
de algunas pinturas se había secado y contraído, de manera que la capa de
pintura se levantó y convirtió la obra en una interesante y no deseada pintura
informalista.
Una de esas pinturas fue La lección de geografía (Valenzuela Puelma, 1883). ¿No es un modelo para el trabajo
analítico? La cultura reparatoria del MOP no estuvo a la altura de las
exigencias de la Naturaleza. Su ímpetu de la refacción estuvo comandado por una
gotera que caía sobre el traje de Ricardo Lagos, que asistía a una ceremonial
en el hall central del museo, cuando era ¿ministro de Educación? ¿De Obras
Públicas? ¿La educación por la obra pública? (Es probable que el director del
museo lo haya puesto en ese sitio, para que la gota le cayera encima, como
protesta por la inatención ministerial hacia el museo).
Luego de un cuidadoso proceso de restauración,
el cuadro fue devuelto a su “condición original”. Así mismo, luego de un
violento temporal devastador, el pegoteo
de Marsias y Apolo inició su proceso de des/pegue, para hacer regresar el
edificio a su condición fenoménica inicial. En este sentido,
Erick Beltrán inventa la ruina de la fachada para reconstruir la
historia infantil de una cultura visual enterrada. Es preciso leer las capas de
encubrimiento realizando un trabajo cuya elaboración depende de la productividad cooperante del
lector.
¿Qué se puede leer en este des/pegue considerado como obra? La
historiadora del arte Laurie Schneider Adams, en su libro Arte y psicoanálisis (Cátedra, Madrid, 1993), señala que así como la
arquitectura del Renacimiento y el Barroco asimila elementos de antiguos
edificios griegos y romanos, la fantasía asimila elementos de la infancia y
crea una narración que se ajusta a los deseos. Mediante el empleo de la
metáfora arquitectónica, Freud llamó a la fantasía la “fachada del sueño”.
Cuando he desarrollado la argumentación sobre
la pintura mural en Valparaíso he señalado la importancia distintiva de la
fachada en el diseño inicial de la obra. Esto parece obvio. Menciono que el 20 de
marzo del 2012 en Plataformaarquitectura,
Karina Duque publica un importante dossier sobre el edificio de la Estación de
Biología Marina de Montemar, obra del arquitecto Enrique Gebhard. Los lectores que despliegan su furia a
través del espacio que les autoriza
el twiter, excediéndose en
comentarios ofensivos y difamatorios, deben darse el trabajo de estudiar este
caso ejemplar de muralismo y arquitectura. Debieran aprender que si un mural está concebido en el
diseño arquitectónico, este hace parte de la arquitectura. Lo otro que debieran
aprender es que la fachada ya es un mural implícito que contiene –por el rigor
de su disposición- una historia cargada de sentido.
Lo tercero que debieran aprender es que una
fachada, para estar cargada, le basta con su disposición. No requiere de adjunciones posteriores
que terminan causando grave daño a la percepción de la secuencia gráfica de lo
que podemos llamar, justamente, línea de
fachada. La cuarta cosa que debieran aprender es que a partir de la fachada
y la dimensión plástica del resto de la edificación es posible identificar
orígenes migratorios y tipificar historias de poblamiento en la ciudad. La
quinta cosa que debieran aprender
es que el detrás de un edificio o de una casa no es análogo a una falta
de sentido; el detrás (también)
está sobrecargado de sentido. El detrás pone de relieve la densidad del cierre
perimetral. ¿Por qué no relevar la
importancia de las delimitaciones gráficas de la habitabilidad? La noción de
vacío es fundamental para entender las diversas dimensiones de la completud.
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