lunes, 29 de abril de 2013

INFORME DE LA SITUACIÓN CONCRETA


A estas alturas del año es preciso hacer un Informe. No un relato de actividades, donde las cosas aparecen descritas sin relieves. Todas las actividades en el Parque obedecen a un guión general, a un principio editorial que jerarquiza las decisiones y las hace operar en la dinámica propuesta por los encuadres de apertura. Hago un recordatorio: primer año, Sentimental, el cuerpo como patrimonio; segundo año, Ciudad y Territorio, la edición de habitabilidad como patrimonio.  En relación a esto último, la elaboración del concepto de muralismo expandido se propone entregar antecedentes críticos para un debate sobre los derechos de la facialidad edificatoria y la preservación del mobiliario público. Lo que no significa que hayamos relegado nuestra preocupación por la corporalidad; muy por el contrario, los encuadres tienen hoy día un desarrollo paralelo, si bien es en Ciudad y Territorio que ponemos mayor énfasis. De todos modos, el cuerpo será siempre nuestra preocupación diagramático. Lo cual implica entender que el Parque es, también, un cuerpo en obra; un cuerpo obra. 

Las tres piezas de arte que han sido dispuestas en la fachada de los edificios y en la explanada, ponen el acento en la representación de la corporalidad. Un hombre se levanta y busca en un mapa. Un hombre excava para desenterrar unos vestigios. Un hombre es objeto de castigo por hablar  con libertad de palabra. Todo lo cual tiene que ver con la construcción de un discurso de la ciudad: el mapa, las huellas, la verdad.

El trabajo de Erick Beltrán –Parresía- recurre a un discurso específico de la mitología, para instalar la idea del riesgo que aceptan correr los hombres por su decir verdadero. Edgardo Castro, filósofo argentino, en su Diccionario Foucault (Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2011)  señala que la parresia es “una forma de ejercicio del poder a través de la palabra o, mejor, es una noción que permite articular la constitución política  con el ejercicio efectivo del poder“. En este sentido, Erick Beltrán le atribuye a ciertas prácticas artísticas la tarea de correr el riesgo de hacer efectiva la articulación precedente. Finalmente, es el riesgo que debe estar dispuesto a correr una institución cultural en las relaciones entre ciudad y verdad.

En relación a esto último, hay un pasaje de Foucault (en El Gobierno de si y de los otros) en que al analizar el libro VIII de la República, aborda el tema de la mala ciudad democrática que conduce a la anarquía. Siempre he sostenido que Valparaíso es nuestro laboratorio greco-latino más eficaz.  Broma aparte, la analítica expuesta en estos escritos y en diversas entrevistas  se ha tenido que enfrentar a la rivalidad de quienes, refugiados en una ostentosa docta ignorancia, guían sus acciones cívicas de acuerdo a la pregunta “¿Cómo voy ahí?“.

Mi principal escollo en la conducción del PCdV ha sido tener que enfrentar “la lógica de los pingos“.  Es decir,  la actividad sistemática de operadores que habilitan agentes de vigilancia y  de obstrucción objetiva, encarnando un logos que rompe su relación con la verdad, subordinando las acciones a compromisos  de secta, sociológicamente hablando. Cumplir con las lógicas de secta causa un grave daño a la profesionalización del sector.

Opongo a la “lógica de los pingos” el rigor de un diagrama de trabajo. Ingresemos –nuevamente- a la sala de artes visuales, para relevar una obra como la de Patrick Steeger, Políticas Públicas. Esta podría haber podido asumir el mismo título que el de la obra de Erick Beltrán.  Sobre todo, por un detalle, que tiene que ver con la sombra acarreada de la torre de vigilancia. Lo decisivo, en esa obra, más que las huellas de quema, es la sombra de la estructura dibujada sobre el muro, porque reproduce un retrato del estado de deseo social, respecto de la verdad de un programa. 

Ahora, por cierto, la quema es el  efecto de un acto deliberado y remite a la relación de las instituciones con la vandalización del espacio público.  No es solo la evocación de una torre de vigilancia cívica, sino la construcción de un acceso a un mirador de incendio forestal, desde donde es posible apreciar las dimensiones de una “reserva natural”.

¿Qué es lo que ocurre cuando ya no podemos recurrir a esta noción de “reserva natural”?  Lo que queda planteado es la inevitable y dolorosa certeza de  la existencia de una  “reserva cultural” que ha sido arrasada y de la que solo quedan los restos de la torre desde la que podían ser “monitoreados“   procesos de manejo de  intensidades sociales. ¿No es acaso el secreto destino de las instituciones culturales?  

Esta instalación de madera que simula ser una torre de vigilancia carbonizada explora, además,  la noción de borde fronterizo, de poder y fragilidad. La fortaleza de la torre como dispositivo de control se desvanece al ser carbonizada. Ahora bien: el acto de quemarla va más allá de su condición física, pues “una torre de vigilancia no se quema por accidente sino que nos sitúa en un acto de  violencia brutal: no se quema un objeto sino a una persona en un acto deliberado desde el exterior, desde la posición del espectador”, dice el artista.

Aquí, lo que debe fijar vuestra atención es el dispositivo de proyección de la sombra. No solo se trata de una toque carbonizada, sino cuya sombra se proyecta sobre el muro de la galería. Esta es una pieza que repone a circular el mito de la invención de la pintura. Entonces, hay que poner al estudiante en contacto con el relato de Plinio El Viejo, en que relata la fábula de la invención del dibujo a través de la historia de la hija del alfarero de Corinto, que dibuja en el muro el contorno del cuerpo de su amante que se va de viaje. Es decir, que la abandona. Y todo esto, para figurar una representación de las políticas públicas como construcción ilusoria de un abandono compensado.  Lo que está en el centro del problema es la sombra de una política, que a su vez, no puede darse a ver sino como efecto espectral del escamoteo de una promesa. 

El problema es que no se desea saber cual es la dimensión de la promesa, encubierta por la ilusión  inclusiva que trabaja sobre la explotación de las vulnerabilidades de los otros.
Esto debe ser el objeto del Informe de la Situación Concreta (por venir).

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